jueves, 2 de junio de 2011

15. CONSOLACIÓN

Palma, en 1851, creó un personaje contradictorio. Lo llamó Consolación. Un ángel asexuado con   joroba. Como si pudiera existir un ángel con  cuerpo contrahecho. Tenía 19 años: la misma edad del autor. Por ser la 1ª tradición que escribió, merece que haga un mínimo de observaciones estilísticas. Urbi et Orbi, como un Pontífice,  así hablaba Palma en 1851: “La juventud sin amor es como una fuente sin murmullos.  El amor es para esa edad de la vida lo que el aroma para la flor, lo que el azul para el cielo. Quitad á la juventud ese divino fuego y la habreis robado sus ilusiones, la habreis arrebatado su fe y convertido para ella el mundo en un espacio infinito donde reinan las tinieblas. || Andrés amaba en silencio á Cesarina. Jamás los labios del pobre jóven se atrevieron á declararla la pasion que lo consumia; porque temió que de su amor se hiciera un objeto de burla. ¿Un ser deforme no puede acaso anhelar la felicidad en otra alma que sepa comprender la suya? Tal vez no. El exquisito sentimiento de la mujer busca el ideal de lo sublime, fijándose apenas en lo bello. || Pero  el amor verdadero tiene un lenguaje mudo que se traduce en las miradas, en las sonrisas, en nuestros movimientos todos. || Cesarina no quiso comprender el tesoro de amor  encerrado en  el alma de Andrés”. (Consolación, versión de El Correo  de Ultramar, capítulo III. Cito por Palma, 2005: p 111).
Batallaban en Palma 2 polos de energía: el Palma casto y el Palma sensual. El uno triunfaba a costa del otro. Una parte de él tiraba para el espíritu. Otra parte tiraba para los placeres de la cama. En Consolación (1851) entre ceja y ceja se le metió renegar de la carne por sumisión al espíritu. Por sumisión a la ideología liberal, a los principios de la modernidad y a la ética católica. En las Tradiciones en salsa verde (1900) el auténtico Palma, el Palma sensual hizo exactamente lo contrario: reivindicó el sexo y la carne. En Consolación dice: “Andrés contaba 19 años. Nunca he contemplado una mirada mas dulcemente lánguida que la suya en unos ojos azules como un cielo sin nubes. Sus palabras tenian algo del perfume de la inocencia y su sonrisa  era tierna como la de una virgen”. (Consolación, versión de El Correo de Ultramar, 1859).
En esta cita el personaje principal es apreciado en sus rasgos supuestamente “espirituales”, como son la juventud, la ternura, la delicadeza y la inocencia, casi virginales, casi femeninos. Belleza del espíritu, y no del cuerpo. Belleza arquetípica del Palma puritano. El tono es solemne. Desea conmover al lector. Apela al sentimiento, más que a la razón y la imaginación. Pincelada rápida y nerviosa. El lector no se solidariza necesariamente con el personaje. El autor no logra sus objetivos. Fracaso de la escritura romántica. Fracaso de lo importado, inauténtico y libresco.
                La ideología sexual puritana es el principio estructurador del relato. Andrés no es pintado con rasgos varoniles, sino con rasgos angélicos. Es un dechado de virtudes. El pudor, la castidad y la inocencia configuran su personalidad. Y como el contenido determina la forma, Palma pondera estas cualidades en detrimento de las físicas. Andrés es jorobado, tiene 19 años y ojos azules. Su mote no es El jorobado, sino Consolación en reconocimiento a sus características espirituales. El autor renuncia a la descripción minuciosa y exhaustiva de los atributos físicos y morales de sus personajes. Sataniza la belleza de Cesarina. Y lo mismo que se dice del retrato de los personajes también se puede decir de los otros elementos del relato, como son el escenario, la trama, el color local, el paisaje, etc.
                Palma renuncia a desarrollar la trama. En el capítulo III afirma que “Andrés amaba en silencio á Cesarina. [...] Cesarina no quiso comprender el tesoro de amor encerrado en el alma de Andrés”. El de Andrés era un amor mudo, sin palabras. Todo miradas, sonrisas, suspiros. Muy espiritual. Muy abstracto. Nada de acciones. No movió ni un solo dedo para merecerla. No hubo envío de flores, obsequio de chocolates o serenatas bajo el balcón de la amada. Ni tuvo amigos que lo alcahuetearan un poco. Y de repente, de la manera más inesperada, en público le declaró su amor. Y en público, también, Cesarina le dio calabazas. Andrés se suicida. Y Palma narra el suicidio en 3 líneas.

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