miércoles, 8 de junio de 2011

49. SAN PEDRO DE LLOC


            La experiencia de conspirador a Palma  le había enseñado a vivir a salto de mata. En noviembre 1867 viajaba, de incógnito, de Lima a Chiclayo. Posiblemente desembarcó en Salaverry, y caleteando arribó a su destino. En Trujillo no pudo pasar desapercibido, y cuando llegó a San Pedro de Lloc, el subprefecto de la provincia, José Cayetano de la Fuente Goyburu, había recibido orden de Trujillo de aprehenderlo. La autoridad política,  en vez de encerrarlo detrás de las rejas, le dio por cárcel  la ciudad, y lo alojó en su casa.
            Las ricas hembras lo trataron a cuerpo de rey. Le presentaron a Juanito Esteves, un loquito pariente propincuo del subprefecto. Le informaron que cuando le mentaban faldas el tío Juanito perdía el seso. Estaba encalabrinado con  una tal María, limeña mazamorrera.
            ¾¡Qué casualidad!  ¾confesó Palma¾   a mí también me sucede lo mismo cuando me tientan las hijas de Eva.
            ¾¿Y la revolución?   ¾preguntaron a coro las interlocutoras.
            ¾¡Que espere! ¾exclamó Palma¾. Juguémosle una broma al cándido galán  ¾propuso¾. Le entregarán 2 cartas en verso, firmadas por la muchacha. En la primera ella le susurrará palabras de amor loco. Le prometerá fidelidad eterna. Y como es loquito, le creerá. Semanas después, recibirá otra epístola, que lo sacará de sus casillas. Esta vez no será una declaratoria de amor, sino de guerra. Le recalcará que es un traidor. Que en San Pedro de Lloc se acuesta con la Carmen Montenegro. Que de noche y de día no se aparta de la zamba María de la Cruz, a quien ya tiene preñada.
            En un periquete redactó las 2 cartas. Palma, que tenía sus ribetes de libertino, entre gallos y medianoche abandonó San Pedro de Lloc, muy contento de las orgías, sacadas de vuelta y juegos sexuales que  habían organizado en su honor.

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